lunes, 16 de marzo de 2009

GEORGE GERSHWIN: BREVE BIOGRAFÍA

Jacob Gershovitz, más conocido como George Gershwin, nació en Brooklyn (Nueva York) el 26 de septiembre de 1898. Era el segundo hijo de una familia de inmigrantes rusos de origen judío, y aunque sea el más conocido de los cuatro hermanos, todos ellos presentaban inclinaciones musicales. Ira, su hermano mayor, era un brillante letrista, el cual le escribió la gran mayoría de las letras de sus obras, y su hermano menor, Arthur, también fue compositor, aunque nunca llegó a tener el mismo éxito que su hermano Jacob. Francis, la única hermana de George, no iba a ser menos, y también se dedicó a la música. El gran talento musical de George fue descubierto cuando de forma autodidacta y de oído aprendió a tocar el piano que sus padres le habían comprado a su hermano Ira, ya que este último se había interesado por la música y deseaba aprender a tocar el mencionado instrumento. Esta casualidad de la vida hizo que el entusiasmo de George por la música se incrementase, por lo que su padre le hizo estudiar en serio. Sus primeras clases de piano las recibió de Charles Hambitzer, quien le descubrió el mundo sonoro de compositores como Debussy y románticos como Franz Liszt y Frederic Chopin, aunque sus referentes musicales durante aquella época fueron Irving Berlin y Jerome Kern, reyes del Broadway de la época gracias a sus canciones y comedias musicales. Aunque ya latente, su deseo de triunfar como compositor en las salas de conciertos no se haría realidad hasta años más tarde. De este modo abandona sus estudios en 1914 y se dedica a trabajar en unos almacenes de música, donde interpretaba frente al piano y al público las canciones de moda, aunque no tardó demasiado en animarse a componer sus propias obras. Su primera obra publicada fue “When You Want ‘Em, You Can’t Get ‘Em”, manifestando nuevas e innovadoras técnicas, aunque solamente obtuvo 5 dólares por ella. Pronto compuso “Swanee” (1918) con la ayuda de Irving Ceaser, un joven letrista, de la cual se vendieron más de un millón de copias. Gracias al éxito de “Swanee”, Gershwin pudo formar parte de la Tin Pan Alley (área de Nueva York donde se encontraban los editores de música más importantes de la época). Estas primeras obras, algunas de las cuales obtuvieron cierta popularidad, le dieron la oportunidad de componer ese mismo año su primer musical de Broadway: “La, La, Lucille”, en colaboración con Arthur L. Jackson y Buddy De Sylva. Durante este período de crecimiento profesional, retomó sus estudios pianísticos y comenzó a estudiar teoría y orquestación con diversos maestros. En los siguientes cuatro años escribió aproximadamente unas 45 obras, como “Somebody Loves Me”, “Stairway to Paradise”, y “Blue Monday”, una ópera de 25 minutos y parte de uno de sus “escándalos” (“George’s White’s Scandals”), la cual llamó la atención de Paul Whiteman. Este le pidió que compusiera para que la banda de jazz que dirigía tocase en el Aeolian Hall junto con otros trabajos bajo la dirección del mismo Whiteman, hecho por el cual comenzó su composición destinada a salas de concierto. Pero Gershwin se olvidó completamente de componer la obra. Tres semanas antes del “estreno” notificó al director de una nueva y genial composición. Y la obra compuesta fue “Rhapsody in Blue” (1924), obra que definiría su carrera musical y que lo elevó a niveles de grandeza. Como curiosidad, entre el público se encontraban compositores como Sergei Rachmaninov, Igor Stravinski, o Jascha Heifitz, Fritz Kreisler y Leopold Stokowski. La rapsodia era en un principio una pieza para piano y banda de jazz en la que se sintetizaban originalmente elementos de este género musical, como la síncopa, con otros de procedencia clásica, aunque la posterior orquestación fue atribuida a Ferde Grofé. La obra resultó polémica, precisamente por esa increíble mezcla de estilos serio y ligero, y de hecho los críticos serios a menudo dudaban sobre dónde clasificar la música clásica de Gershwin dentro de un repertorio “standard”, y muchos tachaban su trabajo de vulgar y pesado, aunque Gershwin siempre tuvo a favor el público general y pronto consiguió hacerse con un puesto en el repertorio de los mejores solistas y las más destacadas orquestas. Su inmediato éxito significó el verdadero comienzo de su carrera como compositor. En 1924, colaboró con su hermano Ira para componer “Lady, Be Good”, una comedia musical. Incluía canciones como “Fascinating Rhythm” y “The Man I Love”. Juntos también publicaron “Oh, Kay!”, “Funny Face”, y en sus tempranos treinta años experimentó nuevas ideas en musicales para Broadway como “Strike Up The Band”, “Let ‘Em Eat Cake”, “Girl Crazy” y “Of Thee I Sing”, la cual fue la primera comedia que recibió un Premio Pulitzer. Estas últimas obras contribuyeron a fortalecer su fama y a convertirlo en un personaje aún más popular que sus admirados Kern y Berlin. Gershwin continuó su éxito con su obra orquestal “Piano Concerto in F” (1925), “Preludes for Piano” (1926) y “Rhapsody nº2” (1931). Pero este éxito no hizo olvidar a Gershwin sus numerosas lagunas técnicas, por lo que prosiguió sus estudios musicales con la intención de enriquecer sus estilo y abordar metas más ambiciosas. Debido a que sus conocimientos compositivos eran más bien intuitivos, George Gershwin quiso profundizar en este aspecto, por lo que viajó a París. Allí los maestros que consultó consideraron que su conocimiento intuitivo de la música no era un obstáculo para él. Incluso, cuando nuestro compositor intentó ser discípulo de Igor Stravinsky, este le preguntó; “¿Cuánto dinero ganó usted el año pasado?”. “200.000 dólares”, respondió él. “Entonces yo debería tomar clases con usted”, respondió el maestro. Pero no fue el único que se negó a darle clase. Ravel lo justificó del siguiente modo: “usted perdería su gran espontaneidad melódica para componer en un mal estilo raveliano”. Durante su estancia en la ciudad, escribió la pieza sinfónica “An American in Paris” (1928), en la cual plasma el ruidoso tráfico de la capital francesa, y al poco tiempo regresó a América. Pero la culminación de su carrera como compositor le llegó con la publicación en Boston de “Porgy and Bess” (1935),ópera “folk” basada en una novela de Du Bose Heyward, en la que retrata la vida de una comunidad negra del sur de Estados Unidos. En esta última obra combina formas características de la música folk afro-americana, del jazz y el espiritual, con influencias de Tin Pan Alley y con la música sinfónica europea. Este conjunto de tendencias la convirtieron para muchos en la obra maestra del compositor. A pesar de algunas dificultades iniciales, “Porgy and Bess” consiguió imponerse rápidamente en los escenarios de todo el mundo, y fue especialmente popular tras la muerte del compositor. Cuando George e Ira Gershwin regresaron a Hollywood, se dedicaron a producir obras destinadas a la gran pantalla. Algunos ejemplos son “Shall we dance?” (1935, incluyendo los temas “Let’s Call The Whole Thing Off” y “They Can’t Take That Away From Me”), “The King of. Jazz”, “Delicious”, “Blah-Blah-Blah” o “A Damsel in Distress”, entre muchos otros. Tenía planes de regreso a Nueva York. Además planificó un cuarteto, un ballet y otra ópera, aunque estas obras nunca las ha podido escribir. El mundo no pudo disfrutar mucho más de las habilidades compositivas e interpretativas de Gershwin. A comienzos de 1937 comenzó a experimentar dolor de cabeza, mareos y desmayos. Los análisis no revelaron ninguna causa aparente, pero los síntomas dolorosos se incrementaron con mayor frecuencia y gravedad hasta que el 9 de julio entró en un estado de coma; padecía un tumor cerebral. Incluso la Casa Blanca ordenó traer de sus vacaciones a un especialista en casos similares. El Doctor Dandy llegó al aeropuerto de Newark mientras los cirujanos locales decidieron operar a Gershwin, y se encontraron con una situación desesperante. Gershwin nunca se despertó de su coma; falleció el 11 de julio de 1937, a dos meses y medio de cumplir los 39 años, silenciando prematuramente y para siempre a una de las voces musicales más frescas y creativas que ha existido en Estados Unidos y en el mundo. Incluso hay quien dice que Gershwin había muerto cuando dijo: “No lo creeré si yo no quiero”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario